Que los programas electorales no se hacen para ser cumplidos es cosa harto sabida. Ahí tenemos la ley de transparencia que el PSOE lleva prometiendo desde 2004 y que todavía no ha aprobado o la reforma constitucional que, sin aparecer, sí se ha llevado a cabo. Si a esto unimos que los programas electorales suelen tener un lenguaje poco claro y muy ambiguo (como llamar flexibilidad laboral a la facilidad para despedir), no suele ser excesivamente útil leer los porgramas electorales. Sin embargo, nunca está de más conocer estas propuestas de los partidos políticos. Aunque sólo sea por conocer su tendencia ideológica.
Tras varios años sin realizar propuestas, salvo la petición de dimisiones y adelantos electorales, la semana pasada empezamos a conocer las propuestas del Partido Popular. Y en la página 38, punto 4, establece:
Reformaremos la estructura y contenidos de la negociación colectiva de
modo que cada materia se negocie en un ámbito territorial o sectorial óp-
timo para asegurar la competitividad económica, la sostenibilidad del em-
pleo y la unidad de mercado. Tendrán prevalencia en cuestiones salariales y
condiciones de trabajo los convenios o acuerdos de empresa que pacten los
empresarios y los trabajadores.
No sólo se trata de un torpedo en la línea de flotación de los sindicatos, al eliminar la importancia de la negociación colectiva, sino de un ataque frontal a los derechos de los trabajadores.
Hasta ahora, en un acuerdo con el trabajador, las condiciones de trabajo y laborales podían mejorarse respecto a las pactadas en el convenio general. Es decir, las horas de trabajo, su distribución, los descansos, el salario... podían ser mejorados, pero nunca rabajados. Gracias a esta propuesta, sin embargo, el acuerdo en la empresa entre trabajador y empresario tendrá prioridad, sean cuales sean las condiciones firmadas.
Para que una negociación sea justa, es imprescindible que ambas partes negociadoras tengan las mismas potestades y derechos. Justamente lo que no ocurre entre empresario y trabajador, en los que hay una clara ventaja a favor de la empresa y en contra del trabajador. Los convenios colectivos, que se firmaban a nivel estatal servían para compensar, parcialmente esta desventaja del asalariado, ya que oponía toda la fuerza laboral a la totalidad de la empresa sectorial. No era una negociación completamente equilibrada, pero sí más homogénea.
Este equilibrio se pierde completamente si la negociación se ha de hacer de forma individual en cada empresa, por lo que la reforma propuesta se convierte, simple y llanamente, en una pérdida de derechos y salarios de los trabajadores y asalariados.
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